viernes, 14 de abril de 2017

Chefchauen, Chauen o Xauen, Marruecos. -14

El Pueblo Azul


Una Ciudad Santa


Chauen, Xauen o Chefchauen es una ciudad de Marruecos. Está situada al noroeste del país, en las montañas del Rif.

Los orígenes militares y estratégicos de Chaouen se remontan al siglo XV, cuando se ordenó construir una fortaleza como base para luchar contra los portugueses que habían iniciado ya diversas ataques costeros. Su buena situación, oculta por las montañas en un valle fértil aseguraban el abastecimiento de agua en caso de asedio.


Chaouen acogió en los siglos XVI y XVII a los refugiados andaluces, moriscos y judíos expulsados de España.


Fue una de las principales bases del ejército español. En 1956  se traspasó la soberanía de la región a Marruecos. Como en otras ciudades que pertenecieron a España, gran parte de sus habitantes sabe hablar español.


Está construida sobre un pequeño valle. La parte más antigua de la ciudad crece hacia lo alto de la montaña, y en el punto más alto se encuentran los manantiales de Ras al-Ma. El centro de la ciudad es la plaza de Uta al-Hammam, en la que se encuentra la alcazaba y una mezquita con una torre de base octogonal. Otro punto emblemático de la ciudad es la Mezquita de los Andaluces. La ciudad nueva se ha construido más abajo de la ciudad antigua.



La influencia andaluza (nos transporta al viejo Al Ándalus) se resalta en sus casas, callejuelas limpias, y fachadas encaladas, que son de tonos azules y tienen un aire mágico. Su trazado irregular hace que esta ciudad rebose de encanto y misticismo. Es una de las ciudades más bonitas e impactantes de todo Marruecos.









En la actualidad es una ciudad muy turística, a pesar de que en un principio, considerada como una ciudad sagrada, su peculiar fanatismo religioso mostrara cierta hostilidad hacia los extranjeros.

Destaca el abundante número de vendedores de hachish que asaltan a los turistas por las calles.


Charles de Foucauld, el primer europeo que logró acceder en 1.883 (disfrazado de judío errante) a esta población, cerrada a los extranjeros, narra así su llegada:

"La ciudad, metida en un recodo de la montaña, se descubre solo en el último momento; se suben los primeros escalones de la cadena, se llega a la muralla rocosa que la domina, se costea penosamente su pié en medio de un dédalo de enormes bloques de granito donde se abren profundas cavernas. De pronto, aquel laberinto cesa, la roca se hace un ángulo, y a cien metros de allí, adosada, por una parte, a montañas cortadas a pico, bordeada, por otra, de huertos siempre verdes, aparece en la ciudad"

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