Una alternativa mística y natural en la Patagonia
"Es una de esas cosas que hay que hacer antes de morir, y a las que hay que visitar sin apuros."
Son unos islotes de mármol a escasos metros de la orilla del lago, en la ribera del lago General carrera, en Chile.
Sobresalen en medio de un ojo de agua multicolor, rodeado de un espeso bosque al que las eternas cumbres de la Cordillera de los Andes custodian.
Diferenciados por su tamaño, reciben diferentes nombres; el más grande, llamado Catedral, seguido por la Capilla y la Cueva.
Las cavernas fueron, en principio, territorio argentino, pero su existencia fue documentada por primera vez por el explorador Clemente Onelli durante sus expediciones de 1896 y 1897. En 1904, y tras un acuerdo internacional se determinó la división del lago, una porción para Argentina y otra para Chile. En 1994 fueron nombradas monumento nacional.
La fusión del oleaje impactando sobre las paredes del sitio, y el agua brotando de profundas grietas en la roca y las estalactitas irregulares, hacen de este sitio una maravilla de la Patagonia.
Se puede recorrer interiormente con pequeñas embarcaciones.
Es un viaje mágico por el bosque andino, pero hay que tener en cuenta el viento patagónico chileno y el sol engañador del sur pueden hacer menos placentero el recorrido.
Recomiendan visitar este sitio es durante el verano, aunque algunos también destacan la belleza del lugar en otoño, por el mes de abril.
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